Partimos
de la idea de que una buena intervención ha estado planificada
anteriormente dando lugar a un proyecto. En este, se especifican unas
necesidades, unos objetivos, una metodología, etc; diríamos que es
una herramienta para facilitar y guiar la consecución del mismo. Es
importante no centrarnos únicamente en una de las partes, puesto que
un proyecto engloba tres momentos: el antes (el análisis de la
realidad), el durante (la metodología) y el después (la evaluación
y las conclusiones). No obstante, hay que destacar que existen gran
cantidad de planteamientos en los proyectos con diversas
particularidades dando más o menos peso a ciertos aspectos.
Siendo
conscientes de la gran cantidad de enfoques que existen a cerca de la
planificación sociocultural, a la hora de formular nuestro proyecto
en la asignatura de “Programas de acción sociocultural y
educativa” nos vamos a centrar en uno de ellos, el enfoque
comunicativo y procesual, precisamente porque pensamos que es
imprescindible que comunique y tenga presente todo el proceso.
A
partir de este concepto, se origina en nosotras una reflexión, ¿Qué
se da antes, el huevo o la gallina?, ¿Qué se da antes, la
intervención o el proyecto? Supuestamente, un proyecto sí que
debería garantizar una buena intervención, sin embargo, como hemos
podido comprobar en diferentes acciones socioeducativas no tiene
porque darse siempre así, sino que en ocasiones es la intervención
la que deriva un proyecto. Pues es la práctica la que guía la
acción y la mejora. Un claro ejemplo es la acción comunitaria, esta
surge en base a una necesidad sin un proyecto concreto, aunque con
una planificación ideada. Pues puede ser que después de este
momento sí que se plasme en un cierto proyecto dando lugar a una
acción más estructurada.
Algunos
de los proyectos que se han generado tras la acción comunitaria son
las acciones sociales de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca
(PAH). Estaríamos hablando de Stop Desahucios, Obra social la PAH,
etc.
Aunque
la idea de proyecto sugiera una estructura cerrada, en la práctica
nos podemos encontrar con ciertos impedimentos y dificultades que den
lugar a una modificación del mismo, esto se debe a una mala
planificación, como sería un excesivo número de actividades o
falta de recursos. Pues en estas ocasiones, como hemos dicho, sería
necesario replantear el proyecto y adaptarlo a la realidad social
existente con la que nos encontramos. Por lo tanto, el realizar una
planificación de un proyecto no garantiza calidad en el mismo ni en
la intervención.
Dejando
de lado cualquier tipo de estructura cerrada, consideramos que un
proyecto adecuado debería disponer de cierta flexibilidad, en el
sentido de que se pueda modificar alguno de sus aspectos.
Maribel
Bordal, Begoña Granell y Neus Zapater
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